Qaion había vencido, aunque no había sido una victoria más por el control del territorio y los frutos globul. Vamp y kant celebraban dos funerales juntos por primera vez: rindieron honores al rey Aullador y también al Visionario, aunque en este caso no todos estaban de acuerdo. Según algunos, Cho no había predicho el ataque y, según otros, la noticia oficial era que en una venia ya había advertido de su pérdida de visión antes de que esto sucediera. Los rumores fueron el motivo de conversación entre los vamp mientras que entre los kant se reforzó la idea de que los visionarios no tenían ningún don especial; en su lugar, había que rezar a las lunas, más que nunca. También empezó a correr el rumor de que los atacantes procedían de la luna Grandax. Surgieron dudas y, entre ellas, un debate religioso jamás visto hasta ahora entre ambos pueblos: se habían acabado las certezas, pues aquellos alienígenas habían removido los cimientos espirituales y sociales de Qaion.
También hicieron funerales para todos los caídos en la Batalla de los Campos de Qaion —como la llamaron—, pero, tras los emotivos momentos de enaltecimiento de un nuevo sentimiento planetario hasta entonces inexistente, terminaron los llantos y llegaron las celebraciones.
Los festejos duraron varios días, con música bajo las lunas. Ambos pueblos se emborracharon con frutos globul pasados y fermentados que aturdían la mente. Las antiguas rencillas entre vamp y kant se disolvieron, y ambos pueblos se prometieron amistades eternas; juraron amistad por algo «tan sagrado como la garra»; brindaron por Qaion y por las tres lunas. A algunos se les ocurrió marcarse en la piel el símbolo de un gran circulo bajo otros tres circundantes más pequeños, como una nueva idea de sentimiento y conciencia global, que hacía referencia al planeta y los tres satélites. En los estandartes kant y vamp también se estampó este símbolo, para recordar aquella batalla y su significado.
En aquella vorágine positiva, premiaron a Frehac por dar la alarma, con honores y financiación para continuar la carrera espacial, como había aconsejado Cho el Visionario. Los kant le cedieron la explotación de la nave enemiga que se había roto, para su estudio, lo que les dio un nuevo impulso tecnológico. El profesor la examinó y descubrió la llave tecnológica para futuras misiones estelares, aunque aquel transporte, por su tamaño, no estaba diseñado para su objetivo, que era viajar mucho más lejos y poder así enviar a algún vamp a la Tierra.
Lejos de aquella alegría, en el árbol glob del Gran Río no hubo celebración alguna. Después de la guerra, el clan de los Guerreros del Agua padecía: Argum había quedado inconsciente, muy herido tras el ataque, y aún no había despertado. Argol y Arnuya estaban muy afectados, y Argón llevaba por dentro su dolor, pero su propia independencia le había concedido un plus de madurez sobre sus hermanos. El profesor Frehac, por su relación con Argol y Bum Bum, fue el vamp adulto que más se preocupó por los trillizos. Poco después se lo hizo saber al gobernador, que era familiar de Argum, y él se hizo cargo de los jóvenes, llevándolos a la corte vamp a vivir. Se encargó de la educación de Arnuya y del entrenamiento de los chicos, que se convertirían en futuros guerreros.
En el Mirador de los Designios, un joven y solitario Chank le daba vueltas a la idea de ponerse el brazalete que le habían dado los monstruos asesinos o entregárselo a las autoridades. Al final, decidió usarlo, pues la desdicha y el miedo habían turbado su conciencia.
El brazalete tubular era de un material raro; al introducir su muñeca, se adaptó al grosor de ella e hizo un ruido extraño. Chank sintió como algunos dolores crónicos que padecía por su deformidad desde su nacimiento desaparecieron. La máquina lo curó.
El brazalete hizo un ruido y en él apareció la imagen nítida de un ser extraño de ojos rojizos y mirada cruel.
—Arrodíllate ahora, Visionario —dijo una voz mortal que salía del aparato.
—¿Quién eres? —preguntó Chank, sorprendido.
—Soy Thiram, emperador del planeta Orz y señor de los destinos del universo —dijo de manera contundente y solemne el Maldito, que parecía esperar este momento de gloria.
Chank se quedó perplejo, sin saber qué decir.
—Arrodíllate ahora o la próxima vez mis hombres no te perdonarán la vida —amenazó Thiram, subiendo el tono de voz hasta convertirlo en desgarrador.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó Chank mientras se arrodillaba, temblando.
—Eres el nuevo Visionario, Chank. ¿No es lo que querías? ¿Rechazarás este honor?
—Sí, es… es lo que quería…, aunque escuché a mi tío decir que yo no tenía el don… Los dioses no me muestran el futuro, no tengo visiones…
—¿No lo ves? Eres el nuevo Visionario, imbécil. Yo soy tu dios y, a partir de ahora, te mostraré el futuro, te susurraré los hados. Acatarás mis órdenes y harás saber a los gobernantes de Qaion lo que te diga. ¿Acaso no es lo mismo que hacía tu tío?