7 años ago

17.Baladi

La llegada de Argón al castillo de Drak coincidió con la llegada de Baladi. Ella era un ser especial, muy especial. Al crecer, se convirtió en una mujer grande para la época, voluptuosa, aunque no especialmente bella, de cabello moreno con reflejos rojizos y un carácter fuerte. Baladi fue una niña tosca y tímida que pertenecía a un noble linaje. Era hija del difunto Balar, señor menor y abanderado de Drak, asesinado por los bastardos. Su primogénito también había muerto en el mismo ataque feroz de los asesinos desharrapados; el padre, a cuchillo por la espalda y el hijo, con una flecha envenenada. La casa de Balar había perdido sus tierras, su ejército y su primogénito varón. A Baladi la habían acogido en el castillo de Drak y su futuro, como no podía ser de otro modo, era casarse con Radu, con alguno de los favoritos en la corte o quizás por conveniencia con algún imperial debilucho.

El linaje de Balar se remontaba a unas siete generaciones atrás, en la que un forastero gigantesco y de extraños rasgos había ganado el favor de su señor por su lealtad, fuerza sobrehumana y valor en batalla. La familia Drak le devolvió el honor con tierras y privilegios. Todos sus vástagos habían sido una línea generacional de guerreros inigualables y poderosos, pero jamás fueron una familia con muchos hijos: un primogénito por generación, salvo la excepción de Baladi y su hermano fallecido.

Balar había ido a la guerra con Drak y había sido el guerrero más fiero de su época, a la par que leal a su señor. Aunque no era común en aquel entonces, Baladi había sido entrenada, junto a su hermano, por su padre y poseía una fuerza, como toda su familia, sobrenatural.

Pronto hizo amistad con Radu y Blad, pero se sentía más cercana a Blad, porque ambos eran huérfanos. A Baladi le atraía la habilidad de Blad, que era el mejor espadachín y más poderoso que cualquiera; incluso, aunque le doliera, reconocía que era mejor de lo que lo habían sido su hermano y su padre.

Baladi siempre aprovechaba para ver entrenar a Blad y a Radu y, cuando se quedaban solos, bajaba al patio de armas a enfrentarse a ellos —a las mujeres les estaba prohibido—. Las justas siempre acababan de la misma forma: Baladi ganaba con facilidad al endeble de Radu y, aunque Blad se dejaba un poco, siempre acababa golpeando el culo de Baladi con la espada de madera para enfadarla y, después, vencerla. Para Blad no resultaba fácil ganarle y Baladi era su rival favorita en todo el reino; era a la única a la que le costaba vencer. Sus golpes, debido a su fuerza, eran dolorosos. Si no hubiera nacido mujer, Baladi habría sido capitana de los ejércitos de Drak.

En lo que respectaba a las relaciones entre los tres amigos, Radu estaba enamorado de Baladi y ella no le correspondía, porque solo tenía pensamientos románticos hacia Blad. Al mismo tiempo, su mayor objetivo era vencerlo. El desdén del vamp y este pequeño pique y batallitas entre amigos se traducirían en el futuro como problemas y dolor. Baladi escuchaba rumores que le infundían dudas sobre los quehaceres de Blad en las mazmorras y la nula alimentación visible de su amigo, aunque todo esto se solapaba bajo el amor romántico y odio guerrero que sentía por él. Blad, a su vez, pensaba que Baladi se parecía un poco a los orz, invasores de Qaion, aunque siempre trasladaba ese pensamiento a un rincón de su mente, por carecer de sentido y por el cariño que tenía por su única amiga.

Para Blad, tener a Radu y a Baladi era lo más parecido a tener a sus hermanos perdidos, Argol y Arnuya; una segunda oportunidad del destino.

Con el paso de los años y al crecer, Radu acabó enamorándose de otra cortesana, porque Baladi le había dado calabazas. Radu, que era una gran persona carente de malos sentimientos, se refugió pronto en los brazos de la más bonita de la corte. Esta situación le podría haber granjeado problemas y odio hacia Blad, pero Radu estaba hecho de otra pasta: era Inteligente, bueno y nada rencoroso; no hubiera durado mucho como gobernante.

Al pasar el tiempo, el desdén romántico de Blad hacia Baladi era patente. El vamp dedicaba su tiempo a escudriñar mapas, a ir de caza y a buscar bastardos y malhechores a los que ajusticiar —y para alimentarse de camino—, en los límites del señorío. La condición de extraterrestre de Blad era un hecho que hizo crecer en Baladi el rencor. Con el tiempo, dejaron de luchar en las justas a escondidas y Baladi comenzó a evitarlo, a veces negándole el saludo. Se enrareció el ambiente.

Cuando el imperio y los religiosos conspiraron, expulsaron y traicionaron a Drak, la relación entre Baladi y Blad era de odio no mutuo, y Blad no lo entendía.